Dignidad de la Salud Mental

Dignidad de la Salud Mental

En el marco de la Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657 nuestro país reconoce a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implican una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 25% de la población de las grandes ciudades necesita o necesitará apoyo durante su vida y los trastornos mentales están dentro de las cinco primeras causas de enfermedad en nuestra región. El alcohol es en Latinoamérica y el Caribe el principal factor de riesgo para la salud de la población por encima del tabaco. La depresión y el alcohol son los problemas más frecuentes en salud mental.

La palabra estigma es, desde hace mucho tiempo, utilizada para referirse en forma despectiva o negativa a otras personas. Para el diccionario significa una marca de vergüenza o infamia. Su origen tiene que ver con una práctica común en la Grecia antigua, marcar a los esclavos en un lugar visible para hacerlos reconocibles como individuos inferiores. Hoy el estigma ya no presenta esta característica, aunque sigue representando desigualdades sociales.

La enfermedad mental fue vista a través del tiempo con distintas perspectivas, en la antigüedad estos cuadros se asociaron con posesión demoníaca, por lo que era imprescindible mantenerse alejados de tales personas.

La Edad Media vio a los enfermos mentales como pecadores, adoradores del demonio que debían «pagar» con sufrimiento su «debilidad» y falta de Fe. Tales ideas germinaron creando un verdadero estigma social que llevó al germinar en modelos donde el Estado proclamaba a los enfermos mentales como indignos para vivir.

A pesar que numerosas publicaciones se han ocupado del tema, aún hoy en día la palabra enfermo mental, paciente mental, loco, etc., siguen asociándose con la violencia y el crimen, mucha gente ve a estos pacientes como una especie de predadores urbanos, violentos e incontrolables que, aún bajo tratamiento pueden estallar dañando a sus semejantes. A menudo se juzga al enfermo mental como irrecuperable, como una persona que, indefectiblemente será improductiva para la sociedad, que por alguna causa la enfermedad representa alguna culpa del paciente, que son holgazanes, carentes de motivación o simplemente incapaces de soportar el estrés por un déficit de carácter.

La imagen popular del enfermo mental tiende a perpetuarse por la visión tradicional del cine y la literatura, que muestra por lo general un perfil de violencia irracional para estos personajes, reservándoles el rol de villano y asesino, una visión que de ninguna manera sería aceptada para otro tipo de patologías.

En el mundo hay unos 400 millones de personas que sufren trastornos mentales, neurológicos u otro tipo de problemas relacionados con el abuso de alcohol y drogas. Es importante que sepamos que ninguno de nosotros es inmune a estos trastornos, no importa en qué país vivamos o si somos ricos o pobres.
Luchar contra el estigma supone superar estas tres actitudes: el temor, los prejuicios y sobre todo la ignorancia acerca de lo que es un enfermo mental.

La OMS adoptó el Plan de Acción Integral en Salud Mental 2013-2020 en la Asamblea de la Salud Mundial en mayo de 2013. Ese plan proporciona el ejemplo más claro hasta el momento del compromiso creciente asumido por los gobiernos para dar más prioridad a la salud mental dentro de sus políticas sanitarias y de salud pública.*